Estaba creando un almuerzo para la familia... si creando,
cocinar puede mucha gente, pero crear es otra cosa: combinar sabores, colores, nutrientes,
fibras y grasas y armar un plato que hasta los menos hambrientos se tienten, es
una creación, ¿verdad? Además debe ser simple para los chicos. Lo simple lleva
su tiempo y equilibrio, sino miren esa ventana tan simple y hermosa: ¡un arte!
Pues bueno, eso: estaba creando un almuerzo cuando mi hija
se volvió desde la puerta y me mostró un sobre del correo, para mí.
Apenas vislumbre el remitente le pedí lo abriera y casi
me quemo de la alegría: el libro de Jose Huete García había llegado a casa! con
una dedicatoria tan hermosa y sentida, que hasta mi hija se alegró.
El resto de la comida salió con sabor a agradecimiento,
dicha y ganas de leer -otra vez, pues los leí antes para escribir el prólogo-
esos poemas que José borda con finura y garra.
Escribir un prólogo no es cualquier cosa, pues el lector
que se fie de él, comprará o no un libro según se lo presente. Así que asumí
esta responsabilidad con dedicación y esmero. Ahora lo veía impreso y me parecía
un sueño, alguien me había confiado lo suficiente como para pedirme que hable
de su obra, era un honor y un compromiso que cumplí con alegría.
El resto del día fue poético y simplemente repleto de
belleza.
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