martes, 17 de enero de 2017

Ventana de Esperanza

Hace tiempo decidí romper con mis propios esquemas...

Salí de mi país y de mi propia ventana del NO PUEDO… Y me decidí a viajar… a buscar, a transitar un camino hacia mí misma.

Entendí que no hay derrotero bueno ni malo, así como los colores que “vemos” son creación de nuestro cerebro, una cuestión de luz en la mente, los conceptos sobre la vida dependen de la luz que penetra en nuestro pensamiento.

La ventana de tolerancia nos da un concepto entendible para nombrar esa percepción en la creación de nuestra propia vida sin rejas ni juicios.
Imagen de la red

Nadie es algo separado de nosotros, estamos unidos por el amor, consciente o no.

Lo que veo errado en otros es lo que no quiero ver en mí y lo que veo bueno es lo que mi ego me dice que no reconozca. Cuando no me hago responsable de mí sin juzgarme ni juzgar a otros, creo la falta de armonía.

Es en la ventana luminosa que me hago cargo de quien soy realmente, reconozco mi luz y tu luz, vivo un sueño y un enamoramiento de la eternidad derrotando a la muerte, rompo cadenas de la dualidad, el amor es absoluto.

Cuando volvemos a escuchar nuestro corazón, regresamos al templo sagrado de nuestro ser, a la incondicionalidad, a la armonía y a la paz, a la deidad que portamos en amor sin dobleces ni contradicciones. Evitamos al miedo que mata a nuestra esperanza matamos nuestro yo mismo para liberar nuestra sabiduría que no es nuestra sino del Universo. Matamos al ego que anula el SOMOS UNO.

Por eso tuve que escapar de la ventana del convencionalismo y la apariencia para encontrar la ventana del amor, esa que protege nuestro corazón del miedo y la sin-razón. Me fugué de los marcos de la tristeza con persianas de frustración para abrazar la ventana de aceptación.

Cada día miro mi ventana de Esperanza. Corrí muchas cortinas, se rompieron varios dinteles y divagué por las claraboyas de la libertad, una libertad que coquetea con cada quien, pero nunca se deja atrapar.

Y ya no estuve con “la ñata junto al vidrio” reclamando lo que yo misma me podía dar trabajando cada día, logrando con paciencia: valor, confianza, serenidad en una ventana inmensa de auto reconocimiento y amor propio incondicional, aun por conseguir…

Mucho por lograr aun, demasiado. Cada día miro mi ventana de Esperanza para tener la fortaleza necesaria, la humildad y la honestidad indispensables, la fe inalterable.  

¡Cuántas ventanas mentales debemos cerrar y cuantas más abrir!!! Cada vez entra una pequeña luz, cada vez un apego desaparece, una reja se derrite y la sensación de volar se hace más próxima.

               Cada día miro mi ventana de Esperanza… 

                                                    Mónica Ivulich - D.R.2017Fr.

sábado, 7 de enero de 2017

ESAS VENTANAS...

Empieza un año y miramos a lo largo de doce meses que pasaron, para ver qué nos faltó hacer, lograr. También miramos hacia los doce meses venideros, ponemos las manos en jarra y oteamos la esperanza, la ilusión y determinación con que abordaremos otro año…

Qué bueno poder agradecer, tener el sentimiento de que hay cosas buenas en las que uno puede confiar, saber desechar las que no nos dan placer, alegría, tranquilidad o alguna enseñanza.

Y con fe vamos a nuestro destino. Los más jóvenes con un espectro mayúsculo, los veteranos con menos desconcierto y menos posibilidades, pero seguimos volando, la imaginación cuenta y mucho.
Tomada en Marruecos, 2013

Si, los años nos han hecho cerrar ventanas que no servían y abrir las necesarias. Nos volvemos económicos y nos llaman sabios. Sonreímos porque sabemos que “así es la vida”.

A pesar de las ventanas cerradas por el tiempo, conservamos algunas con rejas muy coquetas en la memoria y, cuando nadie nos ve, dejamos correr los sueños e ilusiones pretéritas, aunque no marchitas, y bailamos al son de músicas jóvenes… en aquel entonces.

Ainsss “esas ventanas”, las que nos dibujan una sonrisa tonta o pícara en nuestra evocación… y, a veces, las abrimos para los nietos que nos miran perplejos… y otro año llega con ventanas nuevas llenas de esperanza…

                                                  Mónica Ivulich - D.R.2017Fr