jueves, 25 de agosto de 2016

Ventana italiana

Foto propia 2015 - SanDrigo
Hoy abro mi ventana italiana por dos razones.

La primera es por la razón que todos lo han hecho, una tremenda desgracia para las víctimas del terremoto y la destrucción de viviendas que se han derrumbado.
Lamentable, doloroso, inevitable según parece.
Allí van mis sentimientos de solidaridad.

La segunda para homenajear a quien vive en Italia: al hombre que fue mi niño de flequillo, mi niño delgadito y siempre sonriente, el adolescente y joven que me sostuvo en las malas, que compartió en las buenas, al hombre con quien nos admiramos mutuamente, al compañero y compinche de siempre, al padre dedicado de cuatro de mis nietos, al hermano de mi hija tenazmente a mano.
Que sea siempre exitoso y buena persona como hasta ahora, con su energía más que positiva, con su amor por la vida y por la gente, con su carácter entusiasta y su sonrisa como bandera.
¡Feliz cumple mi bello hijo!
Foto propia 2015 - Venecia

jueves, 18 de agosto de 2016

Ventana con lluvia retrospectiva


Llueve en mi ventana y miro tras el cristal, bebiendo té
Algo también llueve en mi pecho, suave como garúa (*)
miro las nubes grises como mi pelo y sonrío a mi reflejo
un buen momento para recapitular, intento organizar:

Llegando a la adolescencia sentí un impulso místico
“se hará monja” decían las voces y pensé que eso sería
Me alejé de las religiones cuando no hallé respuestas
y, también, por las hormonas que imponen sus órdenes

Luego, se me antojó lo mejor, bregar por la igualdad
por los derechos de todos a recibir sano alimento
tener dignidad, un techo y acceder a una educación
Cuando en una reunión dijeron: “tomen las armas”
sonó una alarma en mi conciencia inmadura…
no era esa la manera de concretar un fin elevado .

Los ideales quedaron atrás después de las decepciones
y llegando mis niños no me dediqué más que a filosofar
a cargar biberones, trabajar y a jugar con mis pequeños:
una etapa bien vivida que me regaló ternura y madurez

Decidí cambiar el Sur por el Norte a ver si encontraba paz
en un país desconocido, no amado, al que iba por descarte
y, después de todo, me dio estabilidad económica, amistad,
allí encontré la espiritualidad que no sabía estaba buscando
Extraño ha de parecer en un país tan metálico, más allí fue,
donde lo supe: si quieres cambios, tu actitud has de cambiar.

Crucé el océano hasta que me quedé, aquí, del otro lado
sabiendo que los ideales son papeles que vuelan con el viento
ideología no implica experiencia ni saber, solo se quiere poder
por no poder entrar en razón, por buscar medios para su afán.
Pero de última ni el pobre se beneficia ni el obrero se libera y
el mundo sigue girando en base a números no a corazones.

Miro hacia el pasado, mientras miro llover, buscando sentidos
reviso mi historia y hallo tantos altibajos, aciertos, errores y
pregunto cuántas vidas he de tener para dar fin a lecciones.
Que para templanza he tenido dolores de muchos calibres
las pérdidas no fueron pocas y aún no aprendo, no crezco.
Será por la retribución de agraciada familia, de amistades.

Cosa de vieja mirar para atrás si puedes disfrutar el presente,
La lección requiere esfuerzo: no juzgar, ser incondicional… es
tal vez, el mensaje de la lluvia dando humildemente su ofrenda
sin contar las gotas ni contemplar resultados, sabio chubasco
a veces rocío, diluvio o chaparrón, siempre cae vertical. Hoy
cerraré mi ventana agradeciendo por igual llueva o haga sol.

(*) llovizna

Mónica Ivulich. DR2016Fr
Foto propia: Madrid 2015


miércoles, 3 de agosto de 2016

Brisa de inspiración en mi ventana

Bien dicen que la vida de un escritor es solitaria. La mayoría de escritores que han tenido familia tuvieron que recluirse en librerías, estudios, la noche mientras todos duermen, incluso bares donde el ruido monótono no perturba la inspiración.
Claro que cuando hay un impulso muy grande la mente provoca un vacío que deja fuera todo movimiento y sonido.
Mi familia no es ruidosa, las niñas no gritan dentro de la casa, ni la televisión o música van a atronar nuestros oídos. De todas maneras, el movimiento lógico de una casa distrae.
V de Gaudi en Colonia Wells
Eso se hace notorio cuando el nivel de mi inspiración cae. No es que mi inspiración desaparezca cuando hay gente. Hay otros motivos. Por ejemplo, cuando he de organizar un viaje y, si este es largo, más aún. Esto me pasa ahora.
 Es el momento en que sé debo buscar otras ventanas para mirar a mi interior. Planeo un viaje a México con pirámides, mini turismo, reunión con amigas, presentaciones de mis libros, charlas, visitas a entidades, retiro en un paisaje rural sin internet y quién sabe qué más me tiene preparado el destino de mano de Paula Deborah, mi anfitriona. Debo coordinar fechas, etc…
Mi ventana es prometedora, inquietante… dicen que para los viajeros cada viaje es como una droga, se convierte en un hábito. Tal vez sea así, pero, sobre todo, el ansia de conocer gente, monumentos y sus misterios, culturas, costumbres.

Viajar es abrir esa ventana inspiradora con brisas que renuevan y limpian el corazón haciéndolo liviano, rejuveneciéndolo… ¡Órale México lindo, en septiembre nos encontramos!