viernes, 27 de mayo de 2016

VENTANA PRIMAVERAL

Tomada en Veneto, 2016
Mi ventana tiene flores nuevas y las avecillas gorgotean a un clima ideal… podemos almorzar en el jardín, rodeados de florecillas diversas, el verde nos relaja y el sol nos alegra sin castigarnos.

Tiempo de ensuciarse con tierra, de pensar en nuevos proyectos, de pintar paredes, días más largos, amaneceres tempranos donde los trinos comienzan dulcemente.

Y la contrapartida: moscas, abejas, avispas con su el molesto bzzzzz… lluvias sorpresivas, sonido de máquinas cortadoras de césped por doquier, cambio de ropa en el armario…
Eso es lo que más me molesta… porque tengo que probarme todo a ver que me calza bien o no y detesto comprobar que lo que me compré ya no me gusta o no es mi talla. Este año fue benévolo y no tuve que descartar nada, igual, el desorden se regó en mi habitación…

Mientras ordenaba y reacomodaba mi indumentaria en sus cajones, estantes, perchas, noté una presencia en mi alrededor. Katy, mi gata, se había colado y me miraba desde la cama. Es algo que le prohíbo dada mi alergia a su largo pelo. Puedo acariciarla, pero, en la cama, me hace estornudar. En cuanto vio que la miraba con mis brazos en jarra, salió de la cama y me rodeó las piernas
de la red
tratando de congraciarse…


Un trabajo más, pensé, airear colcha y cambiar sábana, nada del otro mundo después de todo. Y cuando la primavera llega los trabajos son más livianos, ala Mónica ¡canta y disfruta… pronto llegarán las mariposas!

También será época de encontrarte con amigas en España, llegarte al mar de Almería y jugar con tu sobrino tan particular... pues: ¡abramos las ventanas!                  
                                                            Mónica Ivulich (DR2016Fr)
de la red (patios de Córdoba)

sábado, 14 de mayo de 2016

Ventanas de La Gran Manzana

Viví en la Gran Manzana por veinte años y mis experiencias allí, buenas y malas, cambiaron mi personalidad.
Cuando caía la noche, Nueva York se iluminaba tanto que, desde un piso alto, nos creíamos en la Galaxia.
Imagen de la red
Había miles de ventanas en la ciudad y cada una tenía su historia, con horarios diferentes, mucho estrés en casi todas y en la mía, como en la de muchos, colgaba alguna nostalgia.
Los inmigrantes con la familia lejos, los enamorados con sus diferencias, padres que -por buscar futuro- se alejaron dolorosamente de hijos o viceversa, puestos de trabajos perdidos, remotas ciudades natales en la memoria…
Claro que bastaba con sacudirse, salir a la vereda y la energía febril, alocada de la ciudad, lo inundaba a uno. Siempre se encontraba un amigo o un desconocido dispuesto a charlar frente a una mesa de bar.
La Ciudad entera se engalanaba con los primeros fríos, no importaba la temperatura exterior, dentro había festejo para todo el invierno.
En octubre todas las ventanas lucen calabazas, brujas o algún monstruo iluminado… los fantasmas ondulan por las calles. Halloween gruñe.
En noviembre asoman los pavos y la mayor cena de todo el país tiene lugar. Esa noche las familias se reúnen y dan gracias por otro año, los empleados por un día completo de jolgorio y algo que el jefe les haya regalado. Thanksgiving Day! Emotiva, excepto para los pavos…
Entonces y aun con la digestión a medias -después de la opulenta cena- se cambian las ventanas con adornos navideños… Las enormes vidrieras exhibirán sus ofertas para que todos regalen y reciban… o sea: acumulen más cosas en los armarios, de por sí ya atestados. Pronto y desde las ventanas cercanas de Time Square se asomarán miles a ver subir la bola de Fin de Año, otros sufrirán frío por horas en las calles aledañas, los más mirarán una ventana de TV mientras se abrazan y brindan …
Seguirá el rojo de San Valentín y luego las flores de primavera… y -a excepción de alguna bandera aquí y allá- ya descansan las ventanas de NY, que se abrigaron con algarabía para contrarrestar la nieve y la sensación térmica que de térmica muy poco…

Muchas veces me he parado en las rocas que subsisten en Central Park y desde todos lados me miraban las ventanas de los edificios… ¡cuánta vida transcurre a través de esos cristales! ¡Cuántas miradas tiene una ciudad! 

                                          Mónica Ivulich
                                           DR2016Fr
Imagen de la red


jueves, 12 de mayo de 2016

VENTANA TURISTA

No puedo menos que definirme como una turista de la vida. Soy coleccionista de paisajes y experiencias. Es la única profesión que, aunque sin diploma, me identifica.
Sin embargo, pienso que es muy gratificante sentarse en un lugar clave y ver pasar a otros turistas: ellos traen trocitos de mundo en sus ropas, en sus gestos, en su idioma…
Imagen de la red
Por filiación, complicidad o cualquier razón, válida o no, los turistas me caen simpáticos, con esa torpeza infantil de quien desconoce la tierra que pisa, con ese despiste natural que se le agrega al equipaje ni bien bajan de su avión, con la avidez de quien desea llevar en su retina y en su cámara todo el color de la ciudad o del país que descubrirá en tiempo record y por unos días…
Mirarlos brevemente a veces, tener una pequeña conversación otras, es como recuperar en un abrir cerrar de ojos a gente de tu familia lejana… familia de turistas que saludan y se van.
A veces los miro desde una ventana imaginada o una de esas que vi en mis peregrinaciones… la mayoría desfila sin orden ni rumbo seguro, otros, más graciosos, despreocupados y prolijos, van detrás de una banderita que enarbola un guía, están los que llevan niños a los que desean complacer sin dejar de protegerlos, o los muy jóvenes que sólo quieren reír sin mirar a quien…

Me alegra, me divierte y hasta me enternece, asomarme a la ventana turista, ver esos trocitos de mapamundi desfilar sin cesar, sin pausa ni prisa… familia diversa, familia globalizada que, a veces, saluda y se va.

martes, 10 de mayo de 2016

Mi ventana me espera

El mes pasado fue un tiempo de ver números y tramites aburridos… por suerte mi hijo Max, en Italia, me ha ayudado enormemente en todo ese proceso y mi espectro económico está más claro, si bien igual de flaco.
Tomada en Chantilly 2016

En cambio, mayo viene movido en otro aspecto y de la mano de mi hija Nacha, en Francia. Clases de inglés que comparto para pronunciar mejor y no olvidar lo que sé, clases de español en que ayudo a despejar dudas, como asistente y clases de francés donde empiezo a balbucear ese idioma. Desayunos con unas y otras amigas de mi hija, en diferentes idiomas… Preparación de libro de poema, reseñas de libros, arte con las nenas, jardinería, escritos, proyectos nuevos, paseos, cumpleaños, bautizos, confirmaciones, salidas al bosque, a Paris…  

Si, mayo viene agitado y, mientras, voy preparando mi maleta nuevamente…

Es bueno salir, es bueno poder desplazarse. Más lento que antes y con más moretones en el cuerpo y en el alma pero, con el mismo entusiasmo, con el mismo amor a la vida …


También es bueno volver y encontrar que mi ventana me espera, colorida, con flores de estación… amplia, acogedora, es una ventana casi maternal, es un breve anticipo de lo que encontraré dentro. Cuando me da la bienvenida me empiezo a sentir alegre e, inexplicablemente, entiendo que, a pesar de muchos errores en mi vida, algo hice bien.

viernes, 6 de mayo de 2016

LA VENTANA CERRADA (Poesía) Jorge Vinitzky

La ventana cerrada
y los sueños apresados
Tu vaga presencia
en el aire viciado
Soy un secuaz
de mi egoísmo
Los postigos de mi clausura
te mantienen presa
Afuera es arcoíris
y pimpollos
bullicios
y brisa fresca
Abriré la ventana
Liberaré tu alma
mi alma
Nos perderemos
entre la gente y la plaza
Se entibiarán tus huesos
mis huesos
Se cubrirán de nueva carne
y de tibia carne
Abriré la ventana

Jorge

6/5/2016
Imagen de la red


GRACIAS Jorge por prestarme tu poesía ventanera. Monik