jueves, 12 de mayo de 2016

VENTANA TURISTA

No puedo menos que definirme como una turista de la vida. Soy coleccionista de paisajes y experiencias. Es la única profesión que, aunque sin diploma, me identifica.
Sin embargo, pienso que es muy gratificante sentarse en un lugar clave y ver pasar a otros turistas: ellos traen trocitos de mundo en sus ropas, en sus gestos, en su idioma…
Imagen de la red
Por filiación, complicidad o cualquier razón, válida o no, los turistas me caen simpáticos, con esa torpeza infantil de quien desconoce la tierra que pisa, con ese despiste natural que se le agrega al equipaje ni bien bajan de su avión, con la avidez de quien desea llevar en su retina y en su cámara todo el color de la ciudad o del país que descubrirá en tiempo record y por unos días…
Mirarlos brevemente a veces, tener una pequeña conversación otras, es como recuperar en un abrir cerrar de ojos a gente de tu familia lejana… familia de turistas que saludan y se van.
A veces los miro desde una ventana imaginada o una de esas que vi en mis peregrinaciones… la mayoría desfila sin orden ni rumbo seguro, otros, más graciosos, despreocupados y prolijos, van detrás de una banderita que enarbola un guía, están los que llevan niños a los que desean complacer sin dejar de protegerlos, o los muy jóvenes que sólo quieren reír sin mirar a quien…

Me alegra, me divierte y hasta me enternece, asomarme a la ventana turista, ver esos trocitos de mapamundi desfilar sin cesar, sin pausa ni prisa… familia diversa, familia globalizada que, a veces, saluda y se va.

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