sábado, 26 de diciembre de 2015

Ventanas de Navidad

foto propia
Se terminaron las ventanitas de Navidad… cada vez que se abría una… una exclamación era inminente, aparecía una figurita de chocolate diferente, cada día, cada ventana… y generaba una ilusión sobre la siguiente.
Ahora se acabaron de abrir todas, en el dibujo hay otras ventanas y esas conservan el misterio… tal vez los Reyes traigan más soluciones a estos acertijos mentales o, al menos, más dulces y chocolates. Por ahora me han regalado las ventanitas para mi colección. Ese gesto es tierno y gentil, me endulza el día aunque no haya comido los chocolates.
foto propia


Por otra parte, la luna llena alumbró mi ventana en la noche de Navidad… bonita luna en ventana que me llena de luz plateada y me alegra, porque sé que, en otros países y en otro continente, mi familia y mis amigos están viendo la misma luna coronando los encuentros con seres queridos, iluminando caminos aun no explorados y los transitados de siempre.

Tal vez la coqueta Madre Tierra la crea un espejo y se mire en toda su belleza… o la vea como una hija que llega, brillante y sonriente, a compartir con ella esta Navidad.

Foto tomada en España

jueves, 24 de diciembre de 2015

Ventanas en la Era de la Comunicación

Mi madre se quedó con las ganas de disfrutar todos los adelantos del siglo 21, sólo pudo sacar beneficios del teléfono pues yo solía llamarla sin problemas desde la otra punta del continente. En cambio, la Era de las Comunicaciones me abrió a mí varias ventanas nuevas.
Puedo ver películas y canales de TV por mi móvil, portátil o tableta, puedo conectarme al segundo a cualquier país, por escrito o por palabra hablada.
Y lo más reciente es que puedo comunicarme con mis nietas-os por medio de las tabletas o móviles y verlos a todos… eso es genial.
Me llaman de cualquier lado en cualquier momento y me cuentan las últimas travesuras, las novedades, los adelantos en la escuela. Por ejemplo mi hija acaba de contarme que su hijo mayor dio el examen para ir a la Facultad/ Universidad /College y que sacó un puntaje de superdotado.  Juntas nos reímos de felicidad. Agradecimos a su esposo quien impulsó a Esteban a visitar Universidades y lo estimuló para que diera el examen tan temido.
Puedo enterarme de como evoluciona la carrera de mi nieto mayor, el que acaba de ser admitido como private Ivulich.
Estas ventanitas no sólo son divertidas son casi necesarias para tener una continuidad en la relación familiar.
Mi hijo se ha reunido con su hija para Navidad y me envía sus fotos, los dos tan felices! Y su hijo todo un soldado cocinando con la madre en la otra punta del mapa… todos en armonía, amor y amistad. Todos conectados por el sentimiento y esa ventanita portátil.
Yo tengo una ilusión, que –tal vez- no llegue a disfrutar, como mi madre no lo hizo con esta Era, y es que en un futuro, nos conectemos mentalmente o por la ventanita de la mente, y -con la sola intención- marquemos el número o nombre con quien queremos comunicarnos. Es posible, cada vez nos acercamos a eso… el mundo está evolucionado y nosotros nos sacudimos con sus cambios, confío que para mejor.


Por ahora –y gracias a ser una abuela que cambió las agujas de tejer calcetas por una computadora- me divierto con esta ventana que me trae las locuras y novedades de mis descendientes y amigos. 

viernes, 4 de diciembre de 2015

Ventana de misterios

El 5 de enero poníamos agua y pasto que recogíamos del jardín para los camellos, galletas y jugo para los Reyes Magos… y los zapatos para que nos pusieran regalos.

Luego el conflicto entre niños y mayores. No había forma de que nos pidieran, nos conminaran, nos amenazaran con dejarnos sin regalos… cada cinco de enero no podíamos dormir temprano…
Foto de Virginia Quiroga a sus nietos
En parte era por los regalos… pero, por otro lado era ‘esa’ intriga, esa ansiosa curiosidad… no podíamos entender que tres hombres, siempre los mismos y de la misma edad cada año, llegaran cruzando el cielo montados en camellos.

Cada año mi madre nos señalaba la estrella que los guiaba y nos amedrentaba: ‘esa estrella mira a cada niño o niña y sabe si se han portado mal, si se van a dormir a hora o no… los Reyes Magos entran solamente en casa de los chicos obedientes…’
No había forma… seguíamos pegados a la ventana de la curiosidad, hasta caer rendidos… antes de cerrar los ojos hacía que mi hermano me prometiera: ‘si escuchas un ruidito me despiertas, los quiero ver…’
Imaginariamente me encontraba con los Reyes en mis sueños, imaginariamente me daban un regalo con una sonrisa entre enigmática y amorosa.

Como nunca escribía cartas a Santa Claus ni a los Reyes Magos, los regalos siempre eran sorpresas, a menos que mi madre se empeñara y –prácticamente- me las dictara.

Esa ventana siempre será mi preferida, porque estaba llena de ilusiones y misterios que llegaban de un desierto oriental o celestial. No era, por mi parte, solo cuestión de recibir regalos, tenía un secreto que únicamente mi ventana sabía, yo sentía un amor oculto, platónico e imposible por mi Rey Baltasar.