Empieza un año y miramos a lo
largo de doce meses que pasaron, para ver qué nos faltó hacer, lograr. También miramos
hacia los doce meses venideros, ponemos las manos en jarra y oteamos la
esperanza, la ilusión y determinación con que abordaremos otro año…
Qué bueno poder agradecer, tener
el sentimiento de que hay cosas buenas en las que uno puede confiar, saber
desechar las que no nos dan placer, alegría, tranquilidad o alguna enseñanza.
Y con fe vamos a nuestro destino.
Los más jóvenes con un espectro mayúsculo, los veteranos con menos desconcierto
y menos posibilidades, pero seguimos volando, la imaginación cuenta y mucho.
Tomada en Marruecos, 2013 |
Si, los años nos han hecho cerrar
ventanas que no servían y abrir las necesarias. Nos volvemos económicos y nos
llaman sabios. Sonreímos porque sabemos que “así es la vida”.
A pesar de las ventanas cerradas
por el tiempo, conservamos algunas con rejas muy coquetas en la memoria y,
cuando nadie nos ve, dejamos correr los sueños e ilusiones pretéritas, aunque
no marchitas, y bailamos al son de músicas jóvenes… en aquel entonces.
Ainsss “esas ventanas”, las que
nos dibujan una sonrisa tonta o pícara en nuestra evocación… y, a veces, las
abrimos para los nietos que nos miran perplejos… y otro año llega con ventanas
nuevas llenas de esperanza…
Mónica Ivulich - D.R.2017Fr
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