miércoles, 7 de agosto de 2013

Ventana observadora

Mis nietas estaban haciendo pequeñas caretas de arcilla, la idea era tener un lugar donde poner el primer diente que se le cayera a cada una. Natasha no podía hacerla bien: muy seca o muy mojada, no podía moldearla... y Rochelle le ayudó.
Luego de terminarlas: ponerles ojos, aros, diente, hilo para colgarlas, pintarlas, etc. a Rochelle se le deslizó de las manos y se le partió.
El drama fue inmediato, Rochelle lloraba y decía que había pasado mucho tiempo haciéndola y no quería volver a empezar. Natasha corrió en su ayuda: -“yo te la hago, no te preocupes.”
La falta de habilidad primera había cedido su paso a la solidaridad, mirando desde afuera, parecía uno de esos juegos de fichas donde los muñequitos cambian de posiciones.

Se usa mucho la analogía de la vida como si fuera un juego.
Pero, en este caso, como en todos los juegos, ¿queremos ganar? ¿Qué o a quién?

Porque en éste, el juego de la vida, en el fondo –y aunque muchos se equivoquen y tuerzan la mira- no estamos buscando tener victoria sobre otros. Más bien, queremos lograr un conocimiento y manejo interior. Los obstáculos llegan para ser sorteados, darnos puntaje y seguir avanzando.

Cuando nos enojamos, estresamos y/o afligimos, significa que la frustración es más fuerte que la buena estrategia que tenemos en este juego, el de la vida.
Podría suceder que alguien haga algo errado, injusto, arbitrario pero mi mala reacción es mía y un error mío no mejora el error del otro. Entrar en ese estado me hace retroceder, alejándome de mi finalidad.

Siempre le repito a mis hijos, ahora también a mis nietos: ‘si te enojas pierdes’ y he adoptado una frase de una película: no tomes ira, tómalo todo... (don't get mad, get everything) Es muy irónico pues se trata de divorciadas que aconsejan como sacar partido a un divorcio, pero en otras situaciones es aún más aplicable.
Para eso debo conocer las reglas y ser un buen observador.

Un observador no se envuelve emocionalmente y, sin caer en la frivolidad, puede reaccionar con amor desapegado, midiendo las consecuencias propias y para los demás.
Lograrlo me trasforma en una persona equilibrada, respetuosa de los demás, de mí mismo y de las reglas naturales, así es que avanzo y el juego de la vida me recompensa con un sentimiento de logro auténtico.

Natasha pudo observar la situación, aprovechar el manejo de la arcilla que su hermana le enseñó, usar su virtud de cooperación y recibir las sonrisas de todos y un abrazo agradecido de su melliza. 

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