Hoy mi mejor ventana
fue la del auto, por la tarde mi hijo debía acompañar a su nene de 4 años a la
clase de deporte. Me quedé en el automóvil cuidando al de casi 2, que dormía.
El aire estaba fresco, las nubes paseaban
sobre un fondo azul-celeste y el sol pugnaba por asomarse.
Escuchaba la respiración acompasada de mi
nieto menor y eso me traía una paz y serenidad especial.
Entonces... a través de la ventana, vi a mi
hijo -ya con algunas canas- llevando a su hijito... una imagen de seguridad y
madurez, hijo y padre, caminando juntos. No pude dejar de recordar aquel
flequillo rebelde de mi hijo mayor y su cuerpito delgado, tan parecido al de mi
nieto.
Aquel primer muchachito, hoy todo un hombre,
un padre ejemplar, un hijo amoroso, que no solo lo es sino que lo expresa, con
el que compartimos un orgullo mutuo...
El nene corría con la
pelota y él lo miraba con alegría... me di cuenta que su vida era una batalla
de superación, no quería ser como había sido su padre con él y -esa- era su
motivación nacida de una lección infantil y dolorosa. A veces, los malos
ejemplos tienen su resultado bueno.
Que tengan MUY BUENAS NOCHES y ¡festejen el
SOLSTICIO!
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