La
historia que voy a contar es real y aconteció hace apenas dos días. Pero para
que se entienda debo empezar desde su origen hace más de siete años, cuando
nacieron mis nietas mellizas.
Las nenas
eran mellizas no idénticas. El realidad no se parecían en nada, las nombrare
por sus iniciales para acortar: R parecía enorme al lado de su hermana N. N era
activa y en el vientre le daba empujones a su hermana para que la dejara tener
su propio espacio.
En el
hospital recibieron muchos regalos, de los cuales sobreviven, especialmente,
una mantita y un teddy bear al que N llamó Bibi. Claro que era uno para cada
una, pero R no les dio importancia. En cambio, N no podía dormir si no tenía su
manta y su oso cerca. La manta denota el paso de sus manitos porque esta toda
deshilachada, pero no hay como cambiársela ni hacerle desistir de ella, aunque
sea verano, aunque no la cubra, la pone a un costado y la aprieta, la acaricia,
la raspa con los dedos. Bibi va a todos lados con ella, ve televisión, juega
con sus amigas, etc. Incluso cuando comenzó el jardín debía ir con ella, pero
como se lo olvidara dos veces y fue un escándalo, aceptó que lo dejaba en casa
pero la íbamos a buscar oso en mano.
Una vez
que se le perdió, en la casa, fue tal el alboroto por días, que le envié uno
nuevo de NY a Oxford, diciéndole que era el hermano que iba a su rescate.
Siempre lo creyó pues una semana después cuando llegó el nuevo oso, encontraron
el auténtico Bibi. Entonces le regalo el nuevo a Z, la hermana menor.
Demás está
decir que Bibi forma parte de nuestras vidas y que los padres han tenido que vérselas
el día que Bibi faltaba por alguna razón. Cuando ya no da más de sucio tengo
que convencerla y, a regañadientes y con
la promesa de secarlo en el mismo día, me permite lavar a Bibi y a su colchita.
Entendiendo
esto, va la historia: El lunes pasado se fueron de excusión por 5 días con la
escuela. Ella –N- no es afecta a separarse de los padres, pero aceptó porque
todas las compañeras, y su hermana, irían a ese campamento de la escuela. Ya parados
en la vereda frente a la escuela y esperando que den la orden para subir al bus, N hacia esfuerzos para no
dejar escapar las lágrimas. En ese momento, mami se dio cuenta de que algo
faltaba: Bibi.
Se acercó
a papi y le dijo que iría a buscarlo o tendrían problemas en el campamento. Papi
torció la boca y dijo que seguramente N había crecido y ya no hacía falta, mami
insistió y entonces papi dijo que hablaría con N y ya solucionaría todo, así,
se acercó al oído de N para contarle… y –desde atrás del grupo- mami escuchó un
grito inconfundible:
¡Bibiiiiiii!!!!!!
Papi tenía
los ojos girando como grandes bolas. Y, corriendo, dijo al pasar: -lo voy a
buscar!
Cuando papi
subió al auto vio que los niños le impedían el paso, mami estaba nerviosa y decía
oh Dios! Entonces una de las madres preguntó lo que pasaba y –en francés- les gritó
a las otras madres que hicieron un cordón sosteniendo los niños en fila para
que el auto pudiera pasar… primero despacio y, una vez que dejó los niños atrás,
raudamente a casa…
Puedo imaginar
la agitación con que bajo del auto, dejándolo encendido, subió las escaleras y
diviso triunfalmente a Bibi… mientras tanto los niños subieron al bus y el
chofer esperaba pacientemente mientras N lloriqueaba en la ventanilla del bus,
hasta que escuchó la bocina del padre quien bajo del auto, mami corrió mientras
le dijo a Z, la más pequeña, que se quede sin moverse, esta no entiende y se
cruza llorando… mami le grita que vuelva, le hace señas al padre, él le pasó -como
en futbol americano- el osito a mami… que corre Bibi en mano a socorrer a Z, y
en un pase magistral se lo alcanza a N que salta de alegría y aprieta a su
teddy bear y les regalaba su mejor sonrisa a los padres…mientras el bus arranca
y se pierde en la ruta.
Aún quedaba
para los padres más carrera, dejar a Z en el jardín de infantes, próximo a
cerrar, y alcanzar el tren para que papi no llegara tarde al trabajo… se logró
y hoy nos sirve para reírnos de ‘otra’ aventura
de Bibi y N, que tienen la misma edad y siguen fieles uno al otro.
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