miércoles, 4 de junio de 2014

Ventana para variar



Mirar por la ventana era mi forma de esperar cuando era una niña… ¿qué hacia allí por horas? Mi madre se lo preguntaba y lo hago yo ahora… ¿Qué imaginaba? ¿Qué fantasías vagaban por mi mente?
Aun ahora hago lo mismo, me siento y miro sin mirar. De tanto en tanto una paloma o un gato me llaman la atención y sigo con mi mirada, lejos… lejos… perdida… y, a veces, tan dentro.
Me pregunto si cada paso será el oportuno, será bueno para alguien, si apuesto mucho o es nada, si será entendido, si será apreciado, si yo misma, entiendo cómo sigue mi historia… si me entiendo o me aventuro al abismo, como será un mañana aquí o allá… ¿no era que las abuelas se quedan quietas? ¿No tengo la vida hecha? ¿Por qué variar? ¿Por qué no variar? La vida es para gastar y renovar, contestan mis múltiples mónicas internas…
Imagen de la red
Sigo mirando y mi hijo me escribe: ‘estoy bien…’ desde Bagdad. Más allá una amiga enferma… y allí otra que se opera y le duele… las nenas pasan derrochando energía… y quien se desveló me habla de esos miedos que vi en mis pesadillas, el cielo gris y la llovizna salpica mi ventana…
Los días grises no me van bien, necesito de un sol que me abrace, de una estrella que, entrando en mi ventana… se pose en mi frente para alumbrar mi mente y mi destino.
Creo que, ahora, estoy segura que miro por la ventana por una única razón… para encontrar quien dándome la mano, me lleve a volar como una Wendy rezagada, atravesando nubes y ríos, con el corazón acelerado, en una aventura sin igual, en una loca historia que haga que mi novela vital tenga un sentido sin igual…
Alguien me dice: levante y anda… La ventana comienza a abrirse…

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