martes, 19 de noviembre de 2013

El humor del dia.



   Los días tienen su personalidad y su propio ritmo. Claro que uno también pone de sí mismo para darles tonalidad…
   Desde que llegué de NY, hubo días lloviznosos, con sol pálido y, sobretodo: grises. No me quejo, en NY hizo frío y nieve, en Barcelona lluvia tremenda, por lo que considero que el otoño es benigno aquí.
   Además mi estado también era gris: cansancio, jet-lag, resfrío y –por último-  virus, gracias a mi bajada de defensas.
   El sábado me sentí mejor e invité, para el día siguiente, a la familia a festejar el aniversario de bodas de mi hija con su esposo, once años juntos y nueve de casados es para festejar, considerando los tiempos que corren. El domingo salimos pero no era cien por cien yo, me sentía con ojos inflamados, sin apetito, aunque mejor. Día: gris.
   Ayer recién fui a buscar las nenas a la escuela y me consideré sobre mis pies, a pesar de mi mal dormir. Hoy me desperté temprano y bien. Mi hija me invito al bosque y pensé que lo dejaría para mañana, en cambio le propuse ir a comprar regalos para las nenas. No soporto las compras de último momento en las fiestas.
   El día amaneció, otra vez, gris. Mi hija, un poco nerviosa o cansada. Mi humor óptimo. De hecho, cambié sabanas, ordené cajones, etc. Antes de salir.
   El GPS nos llevó por un camino desconocido y encantador. Era como estar en esos cuentos de mi infancia. Senderos curvos, paredes de piedra, enredaderas, casitas entre árboles, todo un paisaje campestre que se fue iluminando con la salida de un sol agradable, cálido.
   Al llegar nos encontramos con otro Mall, del mismo nombre, pero en otra villa. Fue agradable y beneficioso, conseguimos precios buenísimos, se estaba acabando el stock antes de las fiestas, así que los últimos abrigos en existencia estaban rebajados a 10 Euros y son abrigadísimos, bellos.  Mi hija no solo se alegró, se le fue el cansancio.

   Salimos de buen humor y con las manos llenas. Pudimos enviar mi correo y nos dimos cuenta que habían renovado la oficina, ahora con un aspecto moderno y más limpio. Ella recogió unas botas que hacía meses se olvidó en la casa de reparaciones y ya le daba vergüenza pedirlas, pero la impulsé y todo fue bien, las botas estaban esperándola, las encontró a primera vista.
   Nos dimos cuenta que el sol estaba muy brillante y nos estaba acompañando en nuestro itinerario.  Sin ese compañero tal vez hubiéramos hecho menos cosas, nos hubiéramos reído menos, estaríamos de un humor gris…
   Nos sentimos tan bien, que mi hija me arregló el blog para que todo mundo pueda comentar y, buena noticia: se está preparando la tercera edición de mi libro: Historia sin contar.
   Si, el clima imprime su genio en nuestros días y en nuestro humor.  Aunque si uno no ayuda… se queda mirando el día por la ventana… sin ver el día.

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