Era aquella una ventana particular…
ovalada, alta, inalcanzable. Sin visillos ni persianas nunca se abría ni se
cerraba… solitaria, altanera, pocos reparaban en ella.
Además era una ventana interna, ventana sin
vientos, ventana de luz prestada…
Sin embargo, era tan exclusiva que todo
aquel que la viera la recordaría por siempre.
Foto propia, tomada en Marruecos, 2014 |
Su marco está bordado en mármol blanco y
tiene cristales fijos para evitar caídas de curiosos y distraídos, entre otras
peculiaridades, se encuentra rodeada de alfombras y bellos tapices, pero
ninguno mágico.
Si algo tenía magia era la forma ovalada de
aquella ventana que, desde su lugar distante y privilegiado, miraba altiva a
los visitantes del lugar.
Aquella ventana me hizo imaginar las
historias más increíbles y exóticas… también lo simple y cotidiano, soñé
asomarme por ella, ponerle flores, limpiarla, tal vez agregarle una cortina
tenue.
La ventana sigue en su lugar, a mí me llevo
la vida de un lugar a otro. La ventana oval es casi un enigma y el recuerdo
viene a juntarnos, cuando tengo la mente inquieta, para enseñarme la quietud de
una ventana interna.
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