Vuelvo de una Barcelona que atropella con su
energía, la ciudad que te amedrenta con su belleza y con un garbo español que
desdice la crisis, que si la hay que no se note…
Vuelvo de tantas emociones encontradas y de
encontrar almas tan afines… mujeres con tanta potencia y potencialidades… tanta
cultura y arte que los teatros parecen macetas en balcones…
Allí la ciudad, montaña y playa, con un
sol abrazador… con sonrisas por doquier… con gente que abraza… con proyectos y
gente para realizarlos, con tanta actividad… con días en soledad también, días que
me facilitaron la oportunidad de pensar en algunos sentimientos que trababan mi
alegría… No la felicidad, eso es un estado constante y verdadero, mi decisión…
Pero, mi risa no era total…
Fue hablando con alguien, inteligente además,
que me dijo: ¿alguna vez te sentiste protegida?
Tuve que contestar que no… y quizás estaba
reclamando eso.
Entonces, ya de vuelta, le dije a mi hija
lo que me entristecía y me abrazó, luego le conté a una amiga del alma y me
contuvo… Entonces me di cuenta: soy yo la que inhibe a otras personas a
protegerme, abrazarme, contenerme…
Cuantas veces andamos por la vida
pretendiendo de los demás lo que no sabemos o no podemos dar ni recibir…
Gracias Barcelona, me abriste un canal que
me estaba auto-vedado… tal vez tanto amor recibido me rompió un pedazo de arnés
impuesto por la vida… o las circunstancias.
Pues sí, la crisis está allí y amenaza a
muchos… pero el amor que dan los habitantes de Barcelona hace que la crisis
parezca mínima y en franca superación… y digo de Barcelona porque es de dónde
vengo, además de unos días en Sevilla. Como sea, estoy segura que los españoles
tienen una energía y un amor por su Tierra y por su gente que no le temen al
toro de la pobreza.
Es que el amor puede vencer muchas cosas y
abrir muchas puertas. Y, cuando no tienen aire acondicionado, se sientan en uno
de los tantos asientos de las plazas, parques o callecitas llenas de macetas y
forman una reunión en un dos por tres… que la vida es para disfrutar y
compartir… y si no quieres salir de tu casa, hablas desde tu ventana, siempre
dispuesta a recibir amigos, vecinos y quien te salude... ¡ole!
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