Caminábamos por Sevilla hablando
de “bueyes perdidos” … cuando una amiga preguntó “¿por qué eres feliz?” y, sin
pensar, dije: - “me he tomado el hábito de serlo.” Me miró con un signo de
interrogación tan grande como su cara lo permitía.
Mi amiga sabe que doy respuestas
a las que no siempre está acostumbrada. Y también se da cuenta de que no me
gusta disertar ni dar clases, solo y de vez en cuando, escribo ventanas con
estos temas, como ahora…
Hace tiempo ya, una maestra de
meditación me dijo: -“Es el mismo esfuerzo hacerte tú misma feliz que hacerte infeliz.”
Sevilla 2014 |
Mi conclusión fue obvia, ¿por qué
iba a esforzarme en ser desgraciada…? Entendí, entonces que la ‘felicidad’ no
es algo pasajero, un momento. Lo pasajero es alegría por un acontecimiento, es
excitación ante una sorpresa agradable o un logro determinado. Pero, la
felicidad se logra cambiando hábitos, tomando decisiones dichosas, superando
temores, evitando todo lo que ocasiona molestia, angustia, desesperación…
tomando mis propias decisiones, sintiéndome libre, amando sin condiciones. Amándome.
Todo esto llega a hacerse
costumbre. ¿Cómo? Ejerciéndolo. No hay que esperar, hay que hacerlo y serlo
ahora, al menos, decidirte, en este instante, si: ya… a ser feliz.
Si te muestras feliz, hay un
cambio instantáneo en la química de tu cerebro y en las relaciones personales,
sociales, laborales, etc. Las ventanas también cambian según la abras o cierres, la pintes o la dejes envejecer, la adornes o no.
Sin duda, ser feliz es una
decisión personal… tendrás muchos ‘peros’ y objeciones a esta afirmación, es
que tus viejas costumbres se aferran de las racionalizaciones establecidas para
no cambiar. Inténtalo, no te fíes ni te apegues a resultados, intenta cambiar
tu conciencia y ábrele tu ventana mental a la felicidad. Es hora.
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