domingo, 25 de octubre de 2015

Ventana para divagar

Me he asomado por la ventana de Paola, una ventana que invita a la meditación y remembranza. Y, entre ese divagar… he observado que somos muchos escritores a los que nos gusta cocinar o, al menos, comer bien.
Y me he dado cuenta que no es cosa de ser cultos sino de una sensibilidad diferente. Los que escribimos y –supongo- los artistas de diferentes rubros tenemos eso de combinar hábilmente ciertos elementos, colores, olores, imágenes, sonidos, y –claro- sabores, entre otras sensaciones.

No es que todos los cocineros sean escritores o artistas después de cocinar, pero sé que algunos escriben, pintan o tocan algún instrumento. También conozco muchos que, en cuanto tienen un restaurant propio, le dan un estilo particular de acuerdo a su gusto estético, pictórico, musical y, a veces hasta poético.
También recuerdo que en Argentina, allá por los 60’s y 70’s Doña Petrona C. de Gandulfo decoraba sus platos con mucha personalidad y terminaba diciendo “este plato es un poema”
A mí lo de la cocina me vino por obligación cuando tuve a mis hijos. Pero, pronto le encontré el placer a eso de darle sabor y color a mis platos. Mis hijos me obligaron y enseñaron muchas cosas, la cocina fue una de ellas. Ahora no solo cocino sano, rápido y rico, también lo hago con un deleite especial. Lo mismo que cuando escribo, busco los componentes mejores, me dedico amorosamente a  combinar cada uno lo más estéticamente posible y los entrego con mucho amor.

No me había dado cuenta porque todo este divagar… claro, es que Paola además de amiga y peluquera es también aficionada a cocinar y cocina con mucho amor y entrega. Las ventanas vienen impregnadas de la personalidad de quien mira por ellas y ven el mundo de una forma especial. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario