Otra vez pensando en lo que dicen… que no
hay que festejar el día de la raza… pues tal vez no, que lo festejen los
conquistadores que pudieron atravesar semejante océano con esas barcas de
madera… con hombres furiosos, deprimidos y hasta hambrientos… que lo festejen
ellos…
Pero ¿qué haremos nosotros? Nietos de
conquistadores y de nativos… ¿negar nuestra ralea? No sé, realmente no puedo
tomar partido. En mi sangre hay europeos de varios idiomas incluyendo el español.
También hay sangre india que me viene de una tátara- abuela… una que se casó con
un español al que los nativos desollaron la planta de los pies, justamente
porque se había enamorado de ella, miembro de una tribu…
tomada en Florencia, 2013, M I |
Pues sí, mi tátara-abuela fue una especie
de Pocahonta sureña. Ella curó con plantas al español loco y aventurero y
fueron un matrimonio que dio, al menos una hija que yo sepa… mi bisabuela…
Si no fuera por ese conquistador, doble en
este caso, no podría estar escribiendo esto… o ¿lo escribiría en otro idioma?
Hay muchas cosas que criticamos al pasado. Aunque
sabemos que ya pasó, que debiera aceptarse y pasar página. No hablo de olvidar…
hablo de valorar lo que tenemos, de no ser, en nuestra mente, víctimas ni
victimarios.
Es que me da la impresión, tal vez errada,
de que se ve a las tribus como seres angelicales y pobres chicos desprotegidos.
Pero es sabido que entre ellos peleaban y se invadían, mataban o raptaban
mujeres, niños… robaban animales…
El gen conquistador e invasor es humano, no
español o europeo. Tal vez no haya que festejar, pero si mirar hacia dentro y
ver, por esa ventana extraña que llamamos alma… donde debemos señalar con el
dedo acusador.
Y si no festejamos nuestro pasado, si no
festejamos esta fecha, al menos pongamos nuestras culpas sobre la mesa… no miremos
con ojos torvos a ese europeo que también sufrió las hordas enemigas… ¿saben cuántas
invasiones extranjeras hubo en España y Portugal? Ellos no saben su origen
real. Dicen, sonriendo, que están hechos como el buen queso: de muchas leches…
Y, por último, mirar hacia Europa para
encontrar al invasor, conquistador, como quieran llamarlo, es mirar a la
ventana equivocada porque, en un gran porcentaje, ese ‘culpable’ está en
nuestro árbol genealógico mirándonos por la ventana del ADN.
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