domingo, 11 de octubre de 2015

Ventana de la herencia... que creará comentarios adversos.

Otra vez pensando en lo que dicen… que no hay que festejar el día de la raza… pues tal vez no, que lo festejen los conquistadores que pudieron atravesar semejante océano con esas barcas de madera… con hombres furiosos, deprimidos y hasta hambrientos… que lo festejen ellos…
Pero ¿qué haremos nosotros? Nietos de conquistadores y de nativos… ¿negar nuestra ralea? No sé, realmente no puedo tomar partido. En mi sangre hay europeos de varios idiomas incluyendo el español. También hay sangre india que me viene de una tátara- abuela… una que se casó con un español al que los nativos desollaron la planta de los pies, justamente porque se había enamorado de ella, miembro de una tribu…
tomada en Florencia, 2013, M I
Pues sí, mi tátara-abuela fue una especie de Pocahonta sureña. Ella curó con plantas al español loco y aventurero y fueron un matrimonio que dio, al menos una hija que yo sepa… mi bisabuela…
Si no fuera por ese conquistador, doble en este caso, no podría estar escribiendo esto… o ¿lo escribiría en otro idioma?
Hay muchas cosas que criticamos al pasado. Aunque sabemos que ya pasó, que debiera aceptarse y pasar página. No hablo de olvidar… hablo de valorar lo que tenemos, de no ser, en nuestra mente, víctimas ni victimarios.
Es que me da la impresión, tal vez errada, de que se ve a las tribus como seres angelicales y pobres chicos desprotegidos. Pero es sabido que entre ellos peleaban y se invadían, mataban o raptaban mujeres, niños… robaban animales…
El gen conquistador e invasor es humano, no español o europeo. Tal vez no haya que festejar, pero si mirar hacia dentro y ver, por esa ventana extraña que llamamos alma… donde debemos señalar con el dedo acusador.
Y si no festejamos nuestro pasado, si no festejamos esta fecha, al menos pongamos nuestras culpas sobre la mesa… no miremos con ojos torvos a ese europeo que también sufrió las hordas enemigas… ¿saben cuántas invasiones extranjeras hubo en España y Portugal? Ellos no saben su origen real. Dicen, sonriendo, que están hechos como el buen queso: de muchas leches…

Y, por último, mirar hacia Europa para encontrar al invasor, conquistador, como quieran llamarlo, es mirar a la ventana equivocada porque, en un gran porcentaje, ese ‘culpable’ está en nuestro árbol genealógico mirándonos por la ventana del ADN.

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