Es un lugar muy pequeño, lo tengo frente a la ventana, sólo un
árbol centenario y un parquecito.
Mi ventana sabe todos sus misterios, conversan a diario y se
cuentan historias de quién sabe qué…
Hubo una vez, hace mucho, en que mi vieja ventana susurró un
secreto: el árbol fue trasplantado por un marinero que llegó desde el País de
Nunca Jamás…
Llegó como gajo de un árbol ya viejo en aquel país donde
ningún ser viviente es anciano, antes de ser árbol ya traía un saber diferente
a cualquiera en su especie.
Creo que mi ventana es afortunada de tenerlo como amigo, compañero, no solo le da sombra, ambos comparten historias y puntos de vistas complementarios. No es lo mismo ver las cosas como ventana que como árbol.
Creo que mi ventana es afortunada de tenerlo como amigo, compañero, no solo le da sombra, ambos comparten historias y puntos de vistas complementarios. No es lo mismo ver las cosas como ventana que como árbol.
Es por eso que, cuando nos alejamos con aquel antiguo amor, me
senté frente a mi ventana y les conté a ambos nuestra historia. Ellos la resguardarán
hasta el fin de los tiempos, mi ventana la mantiene fresca y ventilada, el árbol
la cuida como un tesoro y la preservará siempre joven como si fuera otra
historia del País de Nunca Jamás.
Por mi parte basta con pensarla, sentada junto a mi ventana, para rejuvenecer y regresar a aquel tiempo cuando la ilusión cosquilleó en mi
piel.
Mónica Ivulich
DR2017It
Siempre es una maravilla leerte
ResponderEliminarMuchas gracias Jorge, por leerme y apreciar mis letras.
Eliminar