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Hoy miro por mi
ventana llena de nieve, blanca y fría. Pienso que mis años de invierno están
por llegar. No me afligen mucho excepto por algunos dolores nuevos, todo lo
demás está como nuevo, pero de segunda mano… debo cuidarlo con algo más de
esmero.
Me siento en mi
escritorio, uno como el que deseaba de joven, pero nunca tuve tiempo de pararme
a hacerlo… después de todo, digo: ser viejo tiene esa ventaja, el tiempo… nos
quedará menos, pero lo aprovechamos más. Podría decir que los dolores son una
cuestión en contra… solo si olvidamos los dolores de las caídas en patines,
bicis, luego los de la consabida adolescencia (por algo se llama así) los de la
regla, de parto, de cansancio de trabajar… no, los dolores de hoy son los
únicos que puedo atender sin culparme ni sentir que estoy haciendo algo que no
debiera... me puedo ocupar de mí, por fin.
No sé por qué he
pensado en mis anhelos juveniles… no sé si los he cumplido todos, mas los que
no hice ya los olvidé, otro beneficio de mi tercera edad. También he dejado de
pensar en cómo deberían ser las cosas, la gente… me he acostumbrado a mirar
desde un punto de vista muy diferente… ‘las cosas son como son para
disfrutarlas, no para cambiarlas’
Antes si, quería ser
perfecta y que todo lo fuera…
A esta edad pienso:
querer ser “correctos” es creer en la existencia de lo “errado” y darle valor,
fuerza; al mismo tiempo, es matar la pasión. Es frustrarse antes de comenzar.
No es natural querer ser perfectos… todos iguales, uniformados... Acaso ¿hay
días iguales en el cielo…? Ayer había un bello sol y hasta calorcito y hoy
nieve…
La naturaleza no
piensa en la perfección, no pregunta cómo debe hacer algo… simplemente es, sin
comparar… sin juzgar-se.
Por eso la única
elección posible es hacer lo que nos nace de la intuición. Lo menos perspicaz
es pensar como seres inteligentes. La mente que compara, sopesa, hace juicios y
valora lo material, es lo que nos provoca miedo, inseguridad, nos lleva a la
incoherencia y al vacío existencial.
Imagino a una oruga
que se opone a ser crisálida, que piensa que eso no es lo “normal” o lo
“perfecto” que no sabe lo que vendrá, que teme al próximo paso… que quiere
salvarse de lo que sucederá… Y me parece haber pasado por ello muchas veces…
¿no te ha ocurrido pensar que ´aquello´ que, suponías, hubiera podido ser lo
peor que te podría haber pasado, fue lo mejor y lo que te ha impulsado a volar?
¿Es que no es obvia
la coherencia perfecta del cosmos? Todo está en orden, todo es como debe ser…
acaso ¿podemos controlar la salida del sol? ¿algún humano le ha puesto
semáforos a los Planetas para que no choquen entre sí? Todo funciona porque no
intervenimos…
Lo que está escrito
en los libros de texto, no es lo que debe ser o pasar, los escribieron manos
como las mías. Tomo de ellos lo que me resuena.
Además, mi vida es
solo mía y pertenece, en todo caso, al UNO colectivo, y nada de lo que me
sucede es incorrecto, pertenezco a la Perfección cósmica, no hay más que
aceptarlo.
La nieve me debe
haber llevado a un plano de profundidad inesperada… mientras, tu voz me llega como una calma blanca y mis nietas se
disponen a fabricar un fuerte de nieve… ¿hay algo más importante en este
momento?
Tienes toda la razón, aunque se necesitan muchos años de metedura de pata, y tambien algun acierto para llegar a esta conclusión. Gracias por compartir. U beso.
ResponderEliminarTarde pero contesto: Gracias Tite. ¡Si! muuuuchas meteduras de pata...
EliminarSe necesita "vivir" para construir esas vivencias y con tu toque angelical derramas dulzura querida Moni.
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