Cada vez que llego de viaje debo reacomodarme. Primero mis
músculos, mis huesos… luego poner orden a mi cuarto, mi ropa, lo que he traído
para mis nietas, etc. Sigue mi escritorio, mis citas médicas o las que tenga,
mis reuniones sociales, mi readaptación al horario de la familia y, por entremedio, mi faceta literaria.
Imagen de la red |
No sé cómo lo hacía hace 15 años atrás, llegaba de un viaje y me iba a trabajar a las pocas horas, con maleta desarmada y todo en su lugar. Si, el tiempo pasa rápido y yo me he ralentizado.
Recién ahora comienzo a pensar con alegría de escribir y no
con pesadez. Me ha ayudado que me regalaran una ventana, como diciéndome “Oye,
no te olvides de ventanear.”
Para mejor, una ventana con libros, bella, con ‘ambiance’… me apoyé -imaginariamente- en esa ventana y la inspiración llegó. ¡Gracias Ceci!
Por esta ventana están llegando las musas. ¡Hasta pronto!
No hay comentarios:
Publicar un comentario