Cuando
estoy en un lugar donde me siento bien, física y mentalmente, es como que la
armonía es tal que se expande y se irradia por las ventanas. Trato de aferrar
esas risas compartidas, los cantos que se elevaron por los aires, las miradas
cómplices y las exclamaciones de placer surgidas durante las comidas… el
paisaje agreste y hospitalario a la vez… una combinación de algarabía que nos
retrotrae a la infancia espiritualmente.
Tomada en el cortijo El Nacimiento, Turre, Almeria. |
Nos
reunimos para “escapar” de obligaciones y rutinas, para crear poesía o lo que
nos surgiera, para entablar y afianzar amistades. Y, esta ventana, es testigo
que todo se cumplió con creces. Volvimos con energía renovada, pero nunca
olvidaremos estos breves días que queremos repetir.
Esta
ventana nos vio comer, reír, recitar, cantar, abrazarnos… despedirnos… ¡hasta
pronto!
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