Cada vez que voy a París me
enamoro de la ciudad, una y otra vez. Creo que por eso no voy más a menudo,
para evitar sobrecargarme, para deleitarme de a poco, descubrir nuevos
lugarcitos, respirar sus olores y tomar sus colores en mi retina y mi lado estético
del espíritu. La tengo a 20 min. por tren, pero voy cada tanto.
Ayer fue uno de esos días y para
hacer mis trámites; que ser leona de dos mundos lleva sus trabajos, en fin. J
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El caso es que acomodé mi humor
para esperar, para tratar con gente de plástico, robótica y salí temprano.
Después de llegar en bus a la primer misión quise disfrutar de este medio de
transporte el resto del día por lo que eliminé de mi mente los metros (subterráneos).
Mi yerno me ayudó con los itinerarios y el clima soleado, fresco, presagiaba lo
mejor.
Me encantó el paseo. Antes de la
segunda cita tenía tiempo de sobra por lo que paseé frente a L´Opera área que
me fascina y, cuando empezaba a tener hambre, apareció una pizzería americana,
que es de la mejor en Francia (para mi) y allí fui. (Yammi o sea: riiiica).
La segunda cita fue más larga y
un tanto estresante, súmese a esto que, mientras comía, llovió y quedó cierta
humedad que uno absorbe en la piel y por la ropa para luego entrar en un recinto
con poderoso aire acondicionado y sentir que se enfría de más… conclusión dolor
de espalda para mí.
Aun así, al finalizar el tedioso
trámite (hacer firmar al notario unos papeles que nunca terminaban de estar
como le parecía que debían ser presentados) salí cansada y algo molesta, pero
había cumplido la misión y quería caminar un poco por Champs Elysées. Pensé que
recordar a Zaz era simpático y ayudaba a mejorar mi humor… y así fue. (https://youtu.be/ObeDLFcceJ0)
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Por toda consecuencia: una
pastilla para el dolor y descanso recomendado. Oh París! Olalá… París bien vale
un dolorsito…
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