No puedo menos que definirme como
una turista de la vida. Soy coleccionista de paisajes y experiencias. Es la única
profesión que, aunque sin diploma, me identifica.
Sin embargo, pienso que es muy gratificante
sentarse en un lugar clave y ver pasar a otros turistas: ellos traen trocitos
de mundo en sus ropas, en sus gestos, en su idioma…
![]() |
Imagen de la red |
Por filiación, complicidad o
cualquier razón, válida o no, los turistas me caen simpáticos, con esa torpeza
infantil de quien desconoce la tierra que pisa, con ese despiste natural que se
le agrega al equipaje ni bien bajan de su avión, con la avidez de quien desea
llevar en su retina y en su cámara todo el color de la ciudad o del país que descubrirá
en tiempo record y por unos días…
Mirarlos brevemente a veces,
tener una pequeña conversación otras, es como recuperar en un abrir cerrar de
ojos a gente de tu familia lejana… familia de turistas que saludan y se van.
A veces los miro desde una
ventana imaginada o una de esas que vi en mis peregrinaciones… la mayoría
desfila sin orden ni rumbo seguro, otros, más graciosos, despreocupados y
prolijos, van detrás de una banderita que enarbola un guía, están los que
llevan niños a los que desean complacer sin dejar de protegerlos, o los muy
jóvenes que sólo quieren reír sin mirar a quien…
Me alegra, me divierte y hasta me
enternece, asomarme a la ventana turista, ver esos trocitos de
mapamundi desfilar sin cesar, sin pausa ni prisa… familia diversa, familia
globalizada que, a veces, saluda y se va.
No hay comentarios:
Publicar un comentario