Las calles son desvíos que conducen a
desvíos, la luz del farol está llena de
tinieblas y falsos reflejos… que se expande en humo, brillante… indescifrable.
Los pasos son, ciertamente, inseguros, las
sombras sin fondo, la lluvia sin fin. Todos buscan la estable inestabilidad, la
incertidumbre segura, el avance perseguido…
Y en torno a este escenario, rodeándonos, se
agita la noche mágica… sus estrellas, sus brillos. Se mezclan palabras que son
gritos, protestas inútiles sin dirección precisa, con rebelión, individualismo,
pidiendo libertad progreso… progreso…

En mis manos, páginas gastadas que se niegan a ser leídas, el ferrocarril,
automóviles, humos, progreso y cielo que se desliza en nimbos.
Al
frente, dos ancianas que tratan de dormir, sentadas en un impávido banco
de madera, permanecen con los ojos cerrados… una apoya su cabeza, envuelta por
un pañuelo desteñido, en un bolso viejo, gastado y rústico, su aspecto es
humilladamente altivo, se molesta por sentirse mirada y… continúa en nada.
La otra se dobla sobre su vientre, va
escondiendo su cabeza, la doblega su peso, el peso de todos, del progreso…
Gente enfurecida por… por todo, gente que se molesta de nada y una de las viejas que estira sus miembros acalambrados, que se dobla y que necesita todo…
Libros, lentes rotos, relojes, máquinas,
luces… y de pronto, me veo reflejada doblada observando… imaginando, desde mi
triste ventana de rústica madera descolorida.
Y creo que mis lágrimas liberadas reniegan
ante mi opresión y creen ser hijas de los llantos que cruzaron con arrugas el
rostro ingenuo de aquella viejecita que duerme en la estación… que es producto
de nuestra incomunicación, que se dobla sin remedio y se quiere levantar sin
lograr vencer la evasión del sueño… el progreso está en sus espaldas.
No hay manos, no hay asientos mullidos, ni
lugares tranquilos, todo es progreso que bulle en las venas, nos hemos detenido
en el progreso y resbalamos en él… la luz de mercurio cae rectamente sobre la
cabeza blanca y cansada de la viejecita…
1968
Imagen de Google
Siempre me sorprendes querida Mónica, es como si naciera en ti una nueva voz cada vez.¡Felicitaciones! He quedado muy emocionada, más aún, porque hace unos dos días me pasaba por la mente la inutilidad del "progreso".
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