En el medio del bosque, nos mira por su ventana la cabaña y,
cerca, los cuervos graznan, algunos perros ladran llamando a sus dueños
ausentes, corren los ciervos y el sol brilla de a ratos.
Una cabaña donde la familia ha reído, recordando cuando las
niñas gateaban y aprendían a hablar, han querido retroceder en el tiempo,
aunque las niñas son casi tan altas como los padres y los miran divertidas.
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tomada en Garmish, Baviera (Alemania) |
La ventana sabe que no es posible parar el tiempo, a través de
ella pasa el aire, verano tras verano… va contando los años por las vacaciones
que allí ocurren… por las veces que las familias se reúnen a disfrutar y huelen
el verde desde su alfeizar, disfrutan las flores frescas.
Sabe la ventana que el tiempo se hará corto a la hora de
despedirse. Quedaran las experiencias compartidas, el vínculo fuerte, intacto, las
sonrisas, los abrazos, que almacena la ventana para sentirse viva.
Se despide la cabaña, ya vacía de gente, mas plena de energía
vegetal y humana combinadas … y torna a dormir cerrando su ventana.
Mónica Ivulich
DR2017Al.
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