Hay ventanas simples, ventanas complicadas, ventanas pobres o
ricas, adornadas o descarnadas, antiguas o modernas, nuevas o viejas... también
hay ventanas que ocultan lo que en realidad casi nadie quiere ver, y hasta
ventanas sagradas, como ésta que Mabel compartió desde Barcelona y que es -por
decirlo así- sagrada.
Las ventanas dejan pasar luces o absorben las mismas según de qué
lado se miren.
Pero detrás y por delante
de las ventanas hay historias fantásticas. Detrás de los bellos y alegres
cristales hay historias múltiples, románticas, ricas en matices, tristes y
alegres...
Que bellas están! y cuantos ojos se han fijado en ellas, tantos
feligreses y tantos turistas... las ventanas aceptan las miradas, las suplicas
de los penitentes, las miradas que acarician, las que envidian y las que
desprecian o que valoran.
Ser como una ventana por donde pasan las miradas, la luz o la
oscuridad, sin inmutarse es una forma de vivir con dignidad.
Porque realmente es lo que importa. Nadie puede vivir a fondo si
no se conserva la dignidad, si no puede sentirse respetable. Claro que están
quien dice: “Que hagan lo que quieran con mi honra...” claro que, en el fondo,
siempre se defiende la nobleza interior, que la exterior es muy discutible.
Pero estas ventanas son extremadamente bellas
aunque hayan recibido todo lo que no lo es. Tiene su mérito, sobretodo el del
artista. Son ventanas para iluminar un buen domingo!
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Sagrada Familia de Gaudi, tomada por Mabel Escribano |
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