Ventanas italianas, Vicenza
sábado, 7 de septiembre de 2013
Abro mi ventana en Vicenza y el
aire cálido entra con partículas de sol italiano.
Mi nieto es muy sociable, en
estos pocos días, ya se ha hecho de amigos, y las chicas van a él como los
mosquitos. Él sonríe. Se sabe buen mozo.
Lo dejamos en un lugar para
jóvenes, allí son todos estadounidenses, no tendrá problema de idioma y,
además, tienen buena custodia.
Damos, mi hijo y yo, una vuelta
por Vicenza, es un pueblo típico de Europa, con callecitas serpenteando y
grandes moles de piedra, casas de bloques pétreos, gente amable, luces
mortecinas.
Las rotondas, en todos lados con
algo típico del país o ciudad, aquí tienen formaciones de piedra como si fueran
trozos de Partenón o de otros monumentos.
Entonces vamos a ver por fuera
-aún no tiene la llave- la casa que habitará desde la próxima semana. Se ve muy
bien, amplia y luminosa. Un gran patio donde mi hijo hará su asado, mi nuera
plantara flores, mis nietos correrán la pelota. El jardín de infantes está
cerca, cruzando la avenida.
También por esa zona hay cantidad
de cafecitos, trattorias, panaderías y, por supuesto, pizzerías.
En 2011 se mudaron a una zona de
equitación, con escuelas e hipódromos, en Francia.
Ayer, viendo la casa olí lo que
típicamente se huele cuando pasan caballos... mi hijo lo confirmó: A una cuadra
de la casa ¡crían caballos!
Aunque no se crea, que las hay…
las hay.
Recorremos el pueblo: Sandrigo.
Hermosas callecitas muy arregladas, gente amable, cafés, trattorias,
restaurantes y por supuesto: pizzerías.
Entramos en una: tenía vigas de
maderas y objetos antiguos de colección (relojes, planchas a carbón, etc.). No
sabemos por qué mi hijo recordó a su abuelo, quien sabe cuál de los objetos lo
trajo a su memoria, a veces, nuestro pensamiento delira en el pasado.
Cuando trajeron la pizza se nos
esfumaron los recuerdos, estaban rebosantes de queso y espárragos, la de Max:
con salchichas, jamón y salame... apenas podía morderla y nos reímos de su gula.
Fue una agradable charla sobre el
presente y el futuro de mi hijo. A él le agrada consultarme y, a mí, darle
ideas, sugerencias, él sabe que no importa si se cumplen así o no.… es parte de
la mutua libertad el opinar y el hacer...
Llegó una preciosa noche
estrellada... Agradecí a este día por estar con mis Demianes... (padre e hijo),
son un dúo particular.
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