El
silencio es una parte importante de mi retiro invernal.
Cada día
despierto temprano para desayunar y entrar a Facebook leyendo novedades de mis
amistades y, a veces, del mundo. Luego entro a la novela o al poemario de
turno.
Hago
almuerzo y vienen a comer. Descanso 15 min o más y reinicio mi estudio de
medicina china - Ying Yan y el I Ching, todo relacionado. Un mundo diferente
que me apasiona, avanzo lento
porque es
fácil mal interpretar, mezclar, patinar en los vericuetos de leyes cósmicas y
hexagramas complicados de tan simples.
Subrayo
con diferentes colores, al terminar cada tema escribo un resumen...
Y me
aparece aquella ventana, la del primer piso, que daba a Calle Güemes y por
donde mis amigos de infancia me gritaban: "Vení a jugar" "Bajá
'traga', ¡dale!" y por donde yo meneaba la cabeza y sonreía un
"después", que no siempre cumplía...
![]() |
Tomada en Venecia - 2015 |
En mi
ventana, invariablemente, hay lugar para las "anitas" y los
"migueles" que sustentaron una amistad infantil, fiel, inocente y que
sólo temblaría ante la "adultez", ajena primero y luego la nuestra.
Y la
"traga" se transformó en "nerd" y, ahora, en abuela
curiosa... que pasa su invierno entre libros, compañeros silenciosos,
agradables y muy generosos.
Si, mi
ventana tiene algo de nerd, traga-libros, mucho de fantasiosa y esa melancolía
cargada de optimismo.
Esa
ventana que me enseñó a disfrutar el momento y a no dejar para ‘después’.
No hay comentarios:
Publicar un comentario