![]() |
de la red |
Y, como cada tanto, debí ir al Consulado Argentino, en París.
Es un gusto hacer un trámite allí por la atención esmerada y eficiente que
brindan; por las exposiciones artísticas que tienen lugar en la planta baja del
bello edificio donde funciona el Consulado. También porque soy una enamorada de
París desde hace más de tres décadas y, aunque vivo a media hora, no lo visito
siempre.
![]() |
foto propia |
Claro que el París que conocí hace 35 años ha
¡cambiado en
algunos aspectos, como han cambiado muchas ciudades: ruidos, polución, gentío,
sirenas, pobreza...
Pero París bien vale el stress.
Sus paseos, jardines, rejas, portales… toda su arquitectura,
habla de una época señorial y elegante. Sus ventanas y balcones reflejan el
buen gusto de un pasado donde había más tiempo de asomarse a curiosear apoyados
en el pretil de un ventanal o balcón.
Adivino que, entre ellas, las ventanas, se comentan viejas
historias del tiempo con peluca. Si me concentro un poco puedo ver, a través de
las épocas: los carruajes, los vestidos con miriñaques, los niños corriendo tras
grandes aros y a las niñas mirando todo por las ventanas, esperando que les den
la mano para ir a jugar.
foto propia |
Cuánta fantasía me despierta pasar por Molin Rouge, por
cafecitos bohemios o sobre los puentes cruzando el Sena tarareando una canción
de la Piaf.
Escucho a Edith Piaf desde mi juventud y siempre, con
distintas edades, en diferentes ciudades, me ha provocado sentimientos
similares, ahora, cuando mi oído se va acostumbrando a su idioma, disfruto aún
más… Es que sus canciones son París.
Voy mirando por las ventanillas del bus y las ventanas
parisinas de los edificios parecen sonreír complacidas, con aire de saberse
admiradas de ser nobles de haber visto ¡tanto!
Ventanas del mágico París…
Mónica Ivulich
dr2017 Fr