A veces la vida está hecha de
fragmentos de ilusiones, de coincidencias, de sorpresas… y una se deja llevar
de pulsiones que se desconoce de dónde llegan, como siguiendo un argumento que
nadie sabe cuándo, dónde, ni quien escribió…
Así fue esta última aventura: Pirámides
en Bosnia
Hace unos meses atrás vi un video
y se me ocurrió visitarlas, mi hijo no sólo aceptó acompañarme, hizo que los
arreglos para alquilar un departamento. Entonces yo tenía el viaje a México y a
Madrid planeados y debíamos esperar a que se cumplieran los plazos.
Dos días antes de partir, una
amiga de Barce se unió a la aventura, fue algo muy extraño porque esta amiga -Chesca-
tiene pánico de viajar en aviones y claustrofobia -peor que la mía- pero, quien
sabe por qué mandato del destino, estuvo en Venecia el día antes de partir. Eso
implica que compro el ticket, su ropa térmica y armó la valija en un día. Y
llegó, temblando sí, pero allí estaba.
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Foto de Max desde biblioteca |
Al día siguiente nos despertamos
a las 6 de la mañana y cargamos el auto. Max condujo por 12 horas, parando para
almorzar, cargar gasolina, ir al baño…
Llegamos para cenar y dormir pues
a las 8 nos embarcaríamos en la excursión hacia las pirámides que, aún, no
están oficialmente reconocidas. Hay información en Google, YouTube, etc., y no
necesito poner más aquí. Muchos dicen que es una locura y otros que hay pruebas
como paredes, monolitos, etc., que no son naturales y sugieren, dada la edad de
éstas, deben haber sido construidas por extraterrestres o una civilización más
adelantada que la nuestra.
Mi experiencia: Hay una montaña
que aparenta la forma de pirámide y sobre ella, una ruina de lo que pudo ser un
fuerte. Quedan unas piedras que debieron ser subidas con mucho esfuerzo o con técnicas
desconocidas. Solamente Max y la guía llegaron a la cima pues era empinada y
resbaladiza. Chesca y yo volvimos contemplando otras montañas, valles, los
colores del otoño…
Hay un túnel que conduce hacia la
pirámide que fue rellenado como para ocultarlo y es al que hoy se puede
acceder. Dentro hay algunas rarezas dignas de mención: aire como si estuviéramos
afuera, humedad, piedras que forman muros y no son naturales, orbes, ausencia
de claustrofobia y animales, bastante humedad, energía que se siente más en algunos
lugares que otros, monolitos (uno de ellos como una cápsula sellada de manera
artificial, que está sobre dos corrientes acuáticas subterráneas, lo cual
genera energía).
No es mucho pero bastante. Entonces…
ya fuimos pioneros de este descubrimiento: ¿real? ¿timo? El tiempo lo dirá.
Lo siguiente fue una caminata por
la ciudad, primero la bellísima biblioteca de Sarajevo que fue incendiada y
destruida por la artillería serbia en la guerra de Bosnia-Herzegovina: 1992 y
1996, ahora reconstruida.
Luego, paseo por unas
callecitas comerciales con casas de comidas muy tradicionales donde almorzamos,
compramos unos regalitos y seguimos…
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tomada en restaurant en ruta Bosnia- Croacia |
La ciudad aún no ha curado las
heridas de esos casi 5 años bélicos que sufrieron injusta y, según algunas
voces que escuché: innecesariamente, las paredes muestran agujeros de balas,
hay cementerios que ocuparon lo que eran parques infantiles ante la urgencia de
enterrar tantos cadáveres en poco tiempo.
Los paisajes son maravillosos;
los quesos, la comida, las telas, los suvenires, el río… todo es bello mas lo
mejor es su gente: amable cordial, suave, sonriente.
Y volvimos… pulmones llenos,
corazón henchido, piernas cansadas y una sensación de misión -desconocida-
cumplida.
Antes de salir de Bosnia nos
paramos para un apetitoso almuerzo, sentados frente al fuego y sonriendo por
nuestra locura casi epopeya. Y encontré la ventana inspiradora.
Al día siguiente, cuando despertamos
en casa de mi hijo nos pareció extraño no sentir dolores ni molestias lógicas después
de un viaje tan prolongado en auto, subida a la montaña-pirámide, caminata,
vuelta por auto…
Juzguen ustedes… yo miro por las
ventanas de Bosnia y siento un bienestar diferente e inexplicable.
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Desde la ventana -donde nos alojamos- al río |