Pero, cuando asoma el sol, después de haber
llovido y veo por mi ventana que las gotas brillan antes de caer desde las púas
del pino… creo en el amor.
Cuando mis nietos me abrazan, mis nietas me
regalan una tarjeta… sé que el amor existe y crece.
A veces, leo sobre actos solidarios: salvataje de
animales, socorro a seres en desgracia, donación a necesitados, servicio
caritativo en países empobrecidos entonces, sí, creo en el amor.
Y mirando ventanas veo como los dueños le han dado
colores de primavera, como se han puesto de acuerdo para hermosear el barrio
donde viven y ¡sí! Creo en el amor…
Es amor también cuando mis amigas me regalan
ventanas que, claro, yo agradezco.
Mónica Ivulich
DR2016It.
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