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Foto de la red |
A veces mis
ventanas no son artísticas, ni famosas, ni están en grandes ciudades…
A veces mis
ventanas delatan un sentimiento ambiguo de cuando debiera estar haciendo lo que
no hago o de estar sintiendo lo que no debo.
A veces mis
ventanas parecen viejas desdentadas que escupen al rezar cada noche.
Son ventanas
desvencijadas, pueblerinas, pobres.
Mas cuando miro
bien, esas ventanas tienen una vida riquísima, un sentimiento tan bello y noble
que reflejan la pureza de un pasar por el mundo, simple, delicado, con un corazón abierto, bien
plantando y un pensamiento muy claro.
Todas las
ventanas son dignas e irradian lo maravilloso de vivir a pleno, de poder mirar
el sol poniente o el levante con la frente alta y la sonrisa en el pecho.
Entonces
revalorizo la belleza de esas humildes ventanas que me enseñan a valorar lo
sencillo y a regodearme con los colores del cielo y la sonrisa de los seres
tiernos que me rodean.
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