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Foto propia, 2014 |
Mi historia con Madrid data de
hace unos doce o trece años. No sé qué le debía yo a esa ciudad, pues desde que
fui la primera vez, me lo ha hecho pagar en cuotas y con mala onda. Fui siempre
de paso, por dos o tres días. Y en las
cinco o seis veces que llegué a Madrid, algo pasó: me trataron mal, me cobraron
de más, me pasé de estación en el metro, nos perdimos en una circunvalación que
parece un túnel al más allá, llovió sin parar, trataron de robarme en la
carretera, paro aquí….
Esta vez debía llegar para la presentación
de mi libro junto con el de Isabel, una amiga y escritora madrileña…
encontrarme con ella y con amigas que hace tiempo no veo, era mi ilusión… por
otro lado: el temor.
¿Será posible que una mujer
adulta, como yo, piense que una ciudad la rechaza? Bueno, confieso: eso tenía
en mi mente traviesa. Por otro lado, sabía que no debía atraer nada negativo,
mi mente madura así lo pedía a gritos: “¡Disfruta! ¡Es una ciudad bella!
¡Olvídate del pasado!” Además, Isabel y Chesca estarían conmigo todo el tiempo,
ellas me guiarían por la ciudad de los reyes, sin contar con Puri, Silvana,
Miguel, Maite, etc.
Pues bien, armada de amistad,
amor incondicional y alegría me fui a conquistar Madrid y… ¡Qué hermosa ciudad!
El sol brilló todo el tiempo y mi apart-hotel tenía un gran balcón donde
disfrutar magníficas vistas, en los momentos en que no debía caminar, o gozar
la luna brillante y nítida de cada noche madrileña.
Además, un pequeño restaurant nos abrió los
brazos desde que llegamos y su dueño resultó un señor, muy simpático, que vivió
en Argentina por unos veinticinco años y nos hizo sándwiches de miga
(vegetarianos para mí) al estilo argentino.
Mis amigas cumplieron paseándome
por los parques y lugares de renombre en la capital española. Señorío y belleza
se unen para recrearse sin parar. ¡Y las ventanas! Ohhh ¡qué ventanas!... esta
vez Madrid me trató realmente como mi Madre Patria y me miró con ternura por
sus ¡bellísimas ventanas!
Ah, también se celebró la
presentación de mi libro y el de Isabel y fue buenísimo… pero la mirada de esas
ventanas… ¡ay! es que conquistaron mi corazón… ¡olé!
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