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Ha llegado la fecha en que –en varios países- se
celebra el terror. Muchos ven en Halloween o en el ‘Día de los muertos’ festejos sin sentido, o los repudian como
negativos. Sin embargo, y más allá de la tradición propia de estas fechas, hay
un significado agregado que es rescatable, aun para los que no nacimos en lugares donde esto
es lo acostumbrado:
En estas fiestas el miedo se maneja de forma familiar
y agradable, los niños pueden convivir con fantasmas y monstruos sin asustarse
y hasta divirtiéndose.
Es que el miedo es parte de nuestra forma de ser y nos
permite sobrevivir. No es menester ni apropiado negarlo ni evitarlo. Es mejor
entenderlo y ponerlo en su lugar…
El miedo tiene su parte positiva cuando nos alerta de
peligros existentes… claro que si esas alarmas persisten cuando no hay causa
alguna para ello, es como una sirena sonando sin cesar y sin motivo… molesta,
perturba, hasta duele, impide hacer lo básico y necesario.
Según los griegos, en su mitología, Deimos (el miedo) es
hijo de Venus, diosa del amor, y de Marte, dios de la guerra. ¿Puede haber
padres más opuestos?
¿Será por ello que el miedo se mueve continuamente de un extremo a otro?, se derrite al acercarse al amor, se agudiza con estímulos adversos.
Actualmente, nos movemos y progresamos en una sociedad
basada en la creatividad, una enemiga
poderosa del miedo. Cuando creamos hay una actividad cerebral (sinapsis) que no
se puede lograr en situaciones de miedo o terror pues las hormonas del miedo lo
impiden.
Los talleres de
arte terapia se prestan para desarrollar mecanismos de defensa contra miedos
inexplicables, como fobias y otros. Pero no es la única forma. Y hay
situaciones en las que el entorno externo es tan agresivo, peligroso, que no
existe la posibilidad de hacer arte o crear en absoluto.
Cuando se vive en una realidad permanente de miedo,
con o sin razón, uno tiende a paralizarse. Los que hemos vivido en una
dictadura, en guerra, en hogares con padres abusivos, agresivos, (por ejemplo) sabemos
de esto y, muchas veces, esas situaciones se nos han quedado impresas en el
inconsciente y forma parte de nuestra personalidad.
¿Cómo enfrentarnos, entonces, al mundo donde la
agresión cotidiana se ve como algo ‘normal’?
Superar los riesgos y zanjear miedos es posible si hay
un motivo transcendental. Conquistar el miedo requiere valentía y un ‘por qué’
estimulante, esa meta ulterior firme y
poderosa, al punto de definirnos y de hacernos saber quiénes somos.
Es necesario buscar el camino personal donde la
victoria sobre uno mismo es posible, usando los recursos como medios para
llegar a esta meta y no como pretextos para seguir en la misma condición, transformando
ayudas en dependencia.
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Saber quiénes somos ‘realmente’ es un paso importante…
mientras ignoremos nuestra espiritualidad y nos fiemos solo de lo tangible,
seguiremos en una nebulosa ambigua, indefinible… mas zona de confort al fin y,
aunque no sea cómoda, es conocida.
Ese paso debe ser nuestro, porque solo nosotros
podemos cambiar la visión del ser interno y el ‘cómo ser en el mundo’ más tarde.
Identificar nuestros miedos por su nombre es una buena
medida, luego le podemos poner otros nombres ridículos como Drácula o La Momia,
etc., o no.
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La ventana del terror es burlesca si la usamos con
inteligencia, ¡que disfruten espeluznantemente!!
2014, BARNA