Estoy mirando el techo... creando
una ventana al mundo... mi valija reposa en el piso, está casi lista…

Así estoy hoy, con ese entusiasmo
embalado y las dudas de siempre: “¿me olvidaré algo?” Y la respuesta
acostumbrada: “bueno, me lo compro o paso sin lo que me haya olvidado.”
Mañana voy a estar con mi hijo
antes que se vaya por un año.
Estoy contenta por ir a verlo,
por reencontrar a mis nietos y triste por la separación forzosa. Porque se va a
zona de riesgo (Bagdad) aunque sea una misión diplomática.
Qué vida tan rara… cuando uno
piensa que las piezas están próximas a acomodarse, algo tira el castillo de
arena, demostrando que la realidad no existe y que ‘las fuerzas’ nos dirigen
como si fuéramos plumas al viento.
No sé qué viento me lleva a
Italia… como obediente pluma ahí voy.
Tal vez, tengo un viento en la
ventana de mi cerebro y me alborota el humor.
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