Antes de que termine febrero
y mis vacaciones auto-impuestas, miro por la ventana de mis amigas.
Este mes, del amor y la
amistad, es muy especial para mí. No solo porque cumplo años o porque muchas de
mis amigas e incluso familia, también festejan su nacimiento sino porque la
amistad debe celebrarse, debe mostrarse, honrarse y hasta aullarse en donde uno
esté para renovarla, para ser sincera con los que queremos y nos quieren,
admiramos, respetamos y viceversa. Que eso es amistad.
Por ello, quiero saludar,
mandar mensajitos a cada una como ya he hecho y también quiero agradecerles
todo el inmenso soporte emocional, amén de otros, que me han dado y también
todo lo que me han enseñado, con sus actitudes y consejos.
De mis amigas aprendí la
dulzura, el tesón, la compasión, la fidelidad, la comprensión, el perdón, la
alegría, el respeto, el auto-respeto, la tolerancia y ¡tantas cosas!
Me siguen enseñando… me
repiten lo que no me entra, como Paula desde México con su Visión y Misión; Luz
bajándome a tierra, María con sus dietas, Stella con su disposición a estar
presente, Chesca que me dice que escuche mejor al otro a distinto nivel, Yenia
borrando medio poema para que resultara buena literatura, Marina siendo siempre
mi Juan grillo, Vicky mi amiga fiel, Linda con su ética y estética, Eleine con
su optimismo, tantas más…
Algunos consejos que me
llegaron tarde o no escuche a tiempo, como el de Mirta diciéndole a mi hijo:
-Mira la familia de tu novia, como es la familia así será ella en el futuro.
Y ahí estamos, seguimos,
no solo nos damos la mano, nos damos albergue cuando alguien viaja, nos damos ánimos
cuando alguna lo necesita, estamos atentas si alguien se enferma… nos alegramos
cuando llegan nuevos vástagos, nos contamos las anécdotas familiares o tenemos algún
logro… compartimos proyectos como con Inmaculada e Isabel en España… Marta
apoyando los míos desde Argentina…
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Imagen española de la red |
Hay tanto para aprender
aun, nos hacemos viejas y seguimos dándonos la mano, porque para eso estamos.
Para animarnos, consolarnos, palmearnos la espalda o patearnos más abajo… el
asunto es seguir aprendiendo con amor del bueno y con mejores intenciones.
Son muchas y seguro alguna
no ha sido nombrada, eso no significa que no estén en mi memoria y hasta diría:
en mi ADN…
¡Las quiero amigas! Son
mis hadas madrinas… y sus ventanas las
más bellas y generosas del mundo…
Mi corazón, mi mente, mi ventana y mi puerta
están siempre abiertos para ustedes.